lunes, 21 de febrero de 2011

Compartir la belleza del alma...

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Ahora, quisiera compartir algo contigo que se que aprecias la belleza, aunque como verás ésta no sólo te alcanza la vista... cuando lees las palabras que explican la razón de ser de tan hermosa fotografía "Resurrección", sientes como su autor no sólo ve con sus ojos físicos, también emplea en ello su corazón -los ojos del alma- y algunas ideas gnósticas a las que su resistencia mental es incapaz de poner freno pues sin pretenderlo su Ser le ha puesto junto a una compañera de viaje que en lo que calla, más que en lo que dice, le transmite el néctar de esta maravillosa enseñanza y él sin saberlo ya bebe de esa fuente... y vaya si bebe, allá donde mira se le revela...
Querido amigo tu ritmo es auténtico y tu latido verdadero, así como las rosas nacen y desarrollan toda la esencia de su perfume en el mismo lodo de la tierra, y así como de algo tan grosero como un gusano es capaz de revelarse la belleza personificada en forma de mariposa, así también nuestras almas necesitan su tiempo y su estación.
Toda la naturaleza es finita, tuvo un principio y tendrá un final, es por ello que nunca a través de ella conoceremos la auténtica felicidad, pero la naturaleza divina, ese principio universal que habita en todo lo que existe es eterna, y siempre que la descubrimos en la naturaleza o en los seres humanos por un momento la dicha nos invade, y a esto es que llamamos "momentos de felicidad"... Si algo bueno me ha enseñado la gnosis es que, cuan hilo de Ariadna, esta es la manera que tiene Dios de conmover nuestros corazones, de agitar nuestras conciencias, para recordarnos que dentro de nosotros, en nuestro interior también se encuentra esa belleza sin nombre, esa fuente de luz que es manantial de dulce ambrosía y aunque el camino para llegar hasta ella está lleno de malas hierbas y de un sin fin de resistencias, todo inconveniente es nimio si lo comparamos con la dicha de llegar hasta él y poder beber de sus aguas... Uno proyecta lo que lleva dentro...

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