miércoles, 29 de octubre de 2014

VOTO DE NOBLEZA

Yo no percibiré si la fortuna viene o se aleja. Yo veré todas las tierras como si fueran mías, las mías como si fueran de todos. Yo viviré igual que si supiera que he nacido para los demás y diera las gracias a la naturaleza por esa razón; en efecto, ¿de qué mejor manera hubiera podido proteger mis intereses? Me he entregado, ser aislado, a todos, todos a mí solo. Todo lo que tengo ni lo protegeré con tacañería, ni lo derrocharé con exceso; creeré que no poseo más que lo que se me ha entregado con justicia. No voy a calibrar los favores, ni por el peso, ni por valoración alguna que no sea la de quien lo recibe; nunca será para mí excesivo lo que recibe un hombre digno. No haré nada en función de la opinión, lo haré todo en función de mi conciencia. Creeré que todo lo que hago con mi sola complicidad, se hace a la vista de todo el mundo. El límite de la comida y de la bebida será el aplacar las necesidades naturales, no llenar la tripa e hincharse. Seré agradable para los amigos, delicado y amable con los enemigos. Me dejaré convencer antes de que se me haga un ruego, y me adelantaré a las peticiones razonables. Sabré que mi patria es el mundo, y que los dioses son sus tutores; que éstos están por encima de mí y en torno a mí tomando nota de acciones y palabras. Y cuando la naturaleza venga en busca de mi espíritu, o la razón lo deje marchar, saldré a atestiguar que he amado la buena conciencia, los buenos estudios, que por mí no ha quedado disminuida la libertad de nadie, mucho menos la mía.
Séneca, De vita beata 20.3-5

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